jueves, 29 de enero de 2015

El Niño del ramillete en la Virgen de la Paz




La Virgen de la Paz de S. Cayetano va teniendo historia. Es una virgen procesional cuya madera fue regalada por Antonio García Casas a principio de siglo(XX), el escultor fue Picón de S. Lázaro, tiene unos pendientes regalo de Dolores Suárez Moure

. Delante de ella rezó mucha gente y tengo constancia de una persona que se convirtió al contemplarla. 

  Está de fiesta el 24 de enero  y ,  en la novena, solemos ponerla en lugar destacado.
Hace un par de años unos jóvenes, tal vez enamorados,  le regalaron una cadena de plata bastante gruesa, con una pequeña placa. Ellos mismo se la colocaron. No me lo dijeron, pero todo hace pensar que fue una promesa que en ese día cumplieron. Allí sigue.
Este año,  el Niño apareció un buen día con un ramillete de flores muy pequeñas en la mano, como ofreciéndoselas a la Madre con alegría. Son flores blancas que hay que verlas de cerca. Quizá eso fue realidad en la vida de Jesús aunque los evangelios no nos digan nada
. No me extrañaría nada que Jesús, siendo niño, recogiera  florecitas por los alrededores de la casa de Nazaret,  y se las llevara a la Virgen, con le entusiasmo y la generosidad con que lo hacen los niños. Supongo también que a S. José se le caería la baba de contento.

La imagen del ramillete de flores expresa muy bien cómo ha de ser nuestro trato con la Virgen: cada día una pequeña composición de cosas pequeñas (miradas a sus imágenes, jaculatorias, aguantar un poco la sed etc.) hechas con amor a María.
 Ese mismo trato podemos tener con Jesús en la Misa. No ir con las manos vacías a estar con el que lo ha dado todo. Llevar algo,  aunque sea un pequeño ramillete de cosas pequeñas hechas con amor durante el día.

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